Vuelves a casa del trabajo (medianoche). La semana se te
está haciendo eterna, tienes más trabajo del habitual y encima sólo librarás el
domingo.
Según giras la llave para entrar al hogar te vienen a la
cabeza unas ganas irrefrenables de comerte 8 napolitanas, o 10 donettes, o una
bolsa de magdalenas,… Uf, mal vamos.
Te quitas el abrigo, enciendes la tele (cualquier serie de
estas para pasar el rato), te sientas en una silla de la cocina:
“Respira, ¿qué había de cena? Agg, caballa en escabeche. Con
lo que me apetece llenar mi panza (y mis pensamientos, mi cansancio, mi estrés)
de cualquier cosa que chorree chocolate. Menos mal que en casa nunca suele
haber de esas cosas. Aunque podría comerme entera la tableta de chocolate 80% de cacao
que sí tengo. O descongelar un buen pedazo de pan, fundir la tableta en el micro, bañar la tostada en ella y pa’ dentro.
Ays…Respira”
Sales de la cocina, te pones el pijama y vuelves. Caballa en
escabeche, ¿no? Emmm… Uf, vale…
Joder, ¡sabe a gloria!
El plato vacío, tu tripa saludablemente llena y ese
pensamiento chocolatero que ya casi no está.
De postre, una onza del choco 80% cacao que tanta ayuda te
presta muchas veces. Súper lavado de dientes, y a dormir.
El día ha sido una mierda, pero tú NO. Y eso te deja
descansar tan en paz…
*Nutrientérate
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